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Las ciudades tomadas por el arte: Una breve historia del arte urbano



Lo vemos a diario: una firma en una pared, carteles que nada tienen que ver con sus hermanos comerciales, un mural en el tabique de algún edificio abandonado o una pegatina con alguna imagen que puede que no sea la primera vez que vemos. Algunos consideran este tipo de cosas una forma de hacer arte, muchos lo consideran vandalismo, egocentrismo o anárquico desdén por la sociedad. Nos podría parecer un fenómeno del todo irreverente; ellos vienen y pintan, esculpen o actúan sobre el mobiliario urbano, sobre el espacio público, para después marcharse y abandonar la obra a su suerte. ¿Acaso no fue igual de irreverente la primera exposición impresionista en París en 1874? ¿No fueron los lienzos de Monet, Renoir y compañía igual de despreciados por los críticos que los graffitis por muchos ciudadanos?
Tal vez cabría preguntarse qué motiva a la gente a pintar por las paredes de la ciudad. Podrían estar buscando la fama, simplemente una forma de expresarse o puede que algo más. Sin duda, estamos ante una verdadera revolución urbana que desde hace unas décadas viene cambiando nuestra forma de entender el espacio de la ciudad. Y lo estamos viendo por todas partes; en las calles y plazas, en las paredes o en las vallas publicitarias. Puede que sea también una revolución artística como la del impresionismo, llamado por algunos “el nuevo renacimiento”, o puede que todo esto sea una revolución cultural.


ORÍGENES
Hay quien afirma que es algo innato en el hombre, que si das un bote de pintura a un niño irá a una pared porque su esencia le impulsa a expresarse. Los hombres primitivos ya pintaban en sus cuevas: Blek le Rat, una figura clave del arte urbano, explica cómo los primeros stencil (plantillas con dibujos para pintar en las paredes usadas por los grafiteros) fueron las manos de los hombres primitivos, quienes se metían los pigmentos en la boca para escupirlos sobre ellas y dejar la silueta de sus manos marcada sobre la roca.
Pero si hay que sentar unos precedentes más inmediatos del movimiento artístico urbano habría que situarlos en la ciudad de Filadelfia, trasladándose el movimiento de inmediato a Nueva York. Como en todas partes, en estas ciudades los jóvenes acostumbraban a marcar sus nombres y cosas similares en diversos lugares, pero los años sesenta trajeron consigo una mayor actividad de este tipo, lo que unido a la aparición de la pintura en spray inició el movimiento de los “tags” o “taqueos” (firmas de los grafiteros).
Cornbread es el seudónimo del que puede ser considerado el primer grafitero. Empezó a escribir su nombre por todas partes de la ciudad de Filadelfia, hasta que la prensa negra comenzó a hablar de él. A partir de ese momento se volcó en dicha tarea y cuanto más hablaban de él más firmaba, convirtiéndose en una leyenda e impulsando a cientos de jóvenes a comportarse de forma semejante: Había comenzado el movimiento del arte urbano.
CornBread junto a su firma. Asdlabs.com

Más tarde en Nueva York, donde los grafiteros unían además un número al nombre que habían elegido, este movimiento comenzó a tener forma. En los años 70 comenzó a evolucionar el graffiti hacia formas más elaboradas que las simples firmas. Nacieron las Trow-Up, palabras o eslóganes con grosor y tipografía propia, generalmente gruesa del estilo que se dio en llamar “Elegante Broadway”. Al mismo tiempo, el graffiti encontró su soporte favorito de aquella época en el metro. Multitud de jóvenes asaltaban las cocheras de los vagones por la noche para pintarlos, hasta el punto que los vagones estaban totalmente cubiertos de pintadas.
El graffiti comenzó a ser una especie de competición entre los jóvenes por ver quién era capaz de plasmar su nombre en más lugares de la ciudad. Los trenes eran idóneos, pues paseaban los nombres por las vías que atravesaban todos los barrios. Cabe destacar al grafitero IN que, al parecer, logró la increíble cantidad de 10.000 pintadas en vagones. En aquella época muchos daban importancia a la cantidad de obras y no a su calidad, pues aún se limitaban a nombres simplemente, sin incluir ningún elemento demasiado artístico o reivindicativo Comenzaban entonces los primeros ejemplos de “piezas” y murales que mostraban los diferentes estilos de cada grafitero, mucho más artísticos, coloristas e imaginativos.

Con el tiempo, se había creado una subcultura del graffiti muy hermética, en la que estaban definidos los códigos estilísticos y metodológicos. Así quedaban sentadas las bases de un movimiento que había tomado el espacio de la ciudad, reclamándolo como suyo, y que más tarde maduraría y se convertiría en la revolución que presenciamos actualmente en nuestras ciudades.


EL FENÓMENO EN DIFERENTES CIUDADES Y ÉPOCAS

El fenómeno del graffiti daría lugar finalmente a la concepción del arte urbano que tenemos hoy en día, pero no se desarrolló de igual forma en todos los lugares. En la época que surgió el graffiti no existían las modernas comunicaciones que tenemos hoy en día, por lo que el fenómeno, si bien surgió en diversas ciudades del mundo prácticamente al mismo tiempo, evolucionó en todas ellas de una manera particular debido al aislamiento que existía entre ellas al ser ciudades de lugares muy diferentes. Algunos de los mejores ejemplos de ciudades que han experimentado el surgimiento del arte urbano en sus calles son Nueva York, Sao Paulo, Amsterdam, Los Ángeles, Barcelona, París o Londres.

En cada uno de estos lugares el fenómeno tuvo un carácter y personalidad propios. El más famoso, por ser el primero y el que fijó el canon que seguirían los demás, fue el de Nueva York con sus tipografías estilo “elegante Broadway” distintivas de los barrios más degradados de la urbe. En otros lugares, como Los Ángeles, los graffitis se convirtieron en icono de las bandas callejeras. Se utilizaron para marcar los distintos territorios de las bandas, que pintaban sus barrios como símbolo de control sobre ellos.
La ciudad de Sao Paulo es un ejemplo de lugar en el que el arte urbano evolucionó a su propia manera. Ciudad pobre y mal comunicada en la que el graffiti tuvo incluso su propia tipografía, que acabó siendo símbolo de los barrios pobres y marginales. Algunos relacionan la forma de esta tipografía con la arquitectura de la ciudad (que se ensancha en la parte de arriba, como las letras), siendo un claro ejemplo de cómo la ciudad influye en los artistas urbanos y no sólo los artistas influyen en la ciudad. En una ciudad en la que la mayoría de los jóvenes ni siquiera conoce lo que es un bote de spray, el graffiti se convirtió en una forma de acercar el arte a las personas, de democratizarlo y llevarlo hasta los tabiques de las favelas, como una manera de sorprender y alegrar el día a los más desfavorecidos.
Ratas características de Blek le Rat. Creativereway.com.uk
En las ciudades europeas fue donde el arte urbano experimentó mayores cambios. En París, Blek le Rat entendió la necesidad de encontrar un lenguaje propiamente europeo para el graffiti y empezó a utilizar las “stencils” o plantillas desde 1981, inspirado por la propaganda de Mussolini realizada con esa técnica que había visto en Italia . Así, se dedicó durante años a pintar siluetas de ratas por todo París, según él mismo “porque las ratas son las únicas que viven realmente libres en las ciudades”. Después llegaría su más directo discípulo, el inglés Banksy, convertido en icono del arte urbano que sigue utilizando las plantillas y la figura de la rata en sus obras, primero por todo Londres, y hoy en día por todo el mundo.
Una obra de banksy en Londres. cronicasdehank.blogspot.com
También en muchos otros lugares del mundo se ha experimentado el fenómeno. En Berlín, donde fueron el símbolo por excelencia de las protestas contra el muro que separaba unos ciudadanos de otros; en los países árabes, en los que el graffiti ha tenido un papel fundamental en las revoluciones de la primavera árabe; en Londres, muchas veces como protesta por la proliferación de la seguridad que limita la libertad individual, mediante la instalación de cámaras por doquier; o en Barcelona, donde el ayuntamiento incluso promueve diferentes iniciativas de arte urbano legal en forma de festivales, exposiciones, etc.


GRAFITTI Y POST-GRAFITTI

La cultura del graffiti fue la precursora, la que sentó las bases, pero hoy en día ha evolucionado mucho y puede decirse que a la hora de hablar de arte urbano existe una diferenciación más o menos definida entre lo que es graffiti y lo que se ha dado en denominar post-graffiti.
El graffiti (en sus tres variantes: firma o tag, throw-up o pota y piezas) se desarrolló como una cultura conservadora y hermética, que consistía en conseguir el respeto de otros grafiteros a base de multiplicar los lugares en los que se había firmado, de ahí que los trenes se convirtieran en soporte idóneo para las pintadas, pues las paseaban por toda la ciudad. El juego consistía en lograr mayor vistosidad, mayor notoriedad que el resto. Sin embargo, los códigos de lenguaje y estilo utilizados por el graffiti básicamente solo podían ser entendidos por otros grafiteros. Este es el hecho que provocó una ruptura entre los artistas del graffiti y el resto de la ciudad, que no entendía esta manera de expresarse.

A partir de esta ruptura entre el artista y la ciudad es cuando nace el llamado post-graffiti. Sobre todo desde los años 80, a raíz de que el ayuntamiento de Nueva York comenzase a limpiar sistemáticamente las pintadas de las calles y de los trenes para evitar que los autores consiguieran la fama que buscaban plasmando su nombre por toda la ciudad. Esto supuso un duro golpe para el mundo del graffiti; muchos dejaron de pintar, y los pocos que siguieron veían como su esfuerzo desaparecía.
A pesar de todo, otros muchos jóvenes artistas continuaron pintando, trasladándose a otras ciudades si era necesario, debido a la creciente criminalización del arte urbano. Algunos de ellos, inspirados por precursores como Daniel Buren (que se dedicó a finales de los sesenta a plasmar el entramado de rayas característico de los comercios parisinos por toda la ciudad), comenzaron a buscar nuevos lenguajes con los que expresarse en la ciudad. El graffiti se encontró entonces con el arte académico y sus técnicas y métodos, así como con la cultura popular y su imaginario, mezcla de la que surgió el post-grafitti.
Daniel Buren en acción en los años 60. thechelseapapers.blogspot.com

Con el post-grafitti ya no se trata de acumular firmas, sino que muchas veces consiste en intentar lanzar un mensaje o en intentar crear una complicidad entre el espectador y el artista mediante la repetición de imágenes y motivos que muchas veces reflejan la personalidad del artista y hacen inconfundibles sus obras por toda la ciudad.
El post-grafitti es lo que más propiamente podría llamarse arte urbano, pues la mayoría de estos artistas tienen formación académica, no tratan simplemente de firmar toda la ciudad sino que su obra trata de transmitir algo y todas sus actuaciones pueden entenderse en la mayor parte de los casos dentro de una obra y un estilo global del mismo artista. También se aprecia el cambio en otros aspectos de las obras como su localización o la multiplicidad de formatos que existen. Se ha pasado de la simple pintura en la pared al uso de plantillas, pegatinas, carteles... ubicados en diversas partes de la ciudad de una manera generalmente mucho más respetuosa con el mobiliario urbano y con los ciudadanos, en lugares previamente escogidos por el artista para establecer un juego de la obra con el contexto ciudadano en el que se enmarca. Los artistas entienden los elementos urbanos y la percepción que la gente tiene de ellos y los utilizan para lanzar su grito a la sociedad.

Puede citarse como uno de los autores más representativos de esta nueva etapa del arte urbano en los ochenta a Keith Haring, que utilizó los famosos monigotes icónicos de las señales y los adaptó a su lenguaje expresivo. También hay que destacar la obra de Shepard Fairey que empapeló las ciudades con sus campañas “Obey the giant” utilizando la imagen del personaje André the Giant; o los mosaicos del artista Space Invader, que pueden encontrarse por múltiples ciudades del mundo.
Haring junto a una de sus obras. artepinturaygenios.blogspot.com

Pero sin duda, hoy en día el personaje estrella en el panorama internacional del arte urbano es el enigmático londinense Banksy. Su extensa obra se ha repartido por ciudades de todo el mundo, integrándose de manera destacable en el espacio urbano y haciendo gala de una originalidad única, crítica e identificable en cualquier parte.


OBJETIVOS DEL ARTE URBANO

Es cierto que, como hemos visto, en la época del graffiti neoyorquino el único afán de los artistas era coleccionar el mayor número de firmas por toda la ciudad que fuese posible. No obstante, incluso en aquellos momentos el graffiti estaba teniendo unos objetivos reivindicativos muy claros; se trataba de dejarse ver en una de las ciudades más grandes del mundo, de dejar de ser anónimo.
No es casualidad que el graffiti surgiera en los barrios más pobres de la ciudad como Harlem o el Bronx; es en estos barrios donde la población sufría un desasosiego mayor, abandonados en sus barrios deprimidos, olvidados por el resto de la sociedad. De esta manera, la cultura del arte urbano aparece como una manera de superar la alienación a la que condena la gran urbe, como una manera de salir del anonimato de los barrios pobres y que sus nombres apareciesen por toda la ciudad, de manera que revindicasen su existencia.

Con el tiempo y la llegada del post-graffiti las motivaciones y los mensajes que se quieren transmitir han ido cambiando, pero la cultura del arte urbano siempre ha mantenido una postura que en principio es de protesta. No en vano toda pintada, cartel, pegatina, etc. constituye un grito en la pared, un acto de irreverencia contra la ciudad y su monotonía.
Actualmente, sobre todo en ciudades como Sao Paulo o las de los países árabes, la protesta que constituye el arte urbano esta adquiriendo muchos tintes de carácter social. Las obras denuncian muchas veces los abusos políticos existentes y reflejan las injusticias sociales que se dan en las sociedades actuales.
La denuncia de el arte urbano es muy variada y cada artista plasma sus inquietudes personales en la obra, pero se pueden observar una serie de temas generales presentes más o menos en la obra de los autores más reivindicativos La conquista y liberación del espacio urbano, por ejemplo, es uno de los temas más tratados; frente a la omnipresente y acosadora publicidad que asalta a los individuos desde cada esquina y cada escaparate, el arte urbano plantea la recuperación de esos espacios en nombre de la imaginación y la creatividad. La opresión de la ciudad y los medios de comunicación sobre las personas, que dificulta la formación del pensamiento crítico y de la creatividad, o la denuncia mediante la sátira y la ironía de las injusticias sociales y la hipocresía existentes son otros de los temas más tratados por los diferentes autores que se mueven en el mundo del arte urbano. Por último, el arte urbano plantea la democratización total del arte, de tal forma que el arte sale de los museos hasta la calle e interactúa con los ciudadanos, incluso con los que no tienen recursos o no saben nada de arte.
La obra del londinense Banksy es muy representativa de estos conceptos, pues retrata con habilidad lo absurdo de algunas situaciones que se dan en el mundo actual, muchas veces haciendo hincapié en el lavado de imagen que se pretende hacer de algunas acciones gubernamentales para enmascarar lo que son en realidad.
Una obra de Space Invader colocada en una esquina. streetart.berlinpiranten.de
En definitiva se puede decir que lo que busca el arte urbano es hacer de la ciudad un lugar que contenga algo más que cemento; un lugar que contenga ideas y visiones alternativas de la urbe, y que éstas se trasladen a la mente del público mediante la complicidad creada por los artistas entre ellos y los ciudadanos.

EL ARTE URBANO EN LOS MUSEOS

A pesar de la criminalización de la que ha sido objeto el arte urbano desde los tiempos del graffiti neoyorquino, las imaginativas obras de estos autores han supuesto un soplo de aire fresco para el mundo internacional del arte. Como no podía ser de otra manera, los galeristas de arte acabaron interesándose por esta subcultura del arte callejero que se había formado, en principio, en las calles como una forma de sacar el arte de la rigidez de los museos.

Ya en los años 80, con las primeras apariciones de los grafiteros en los medios de comunicación llegaron también las primeras apariciones de los grafiteros en los museos. Keith Haring es un ejemplo de artista internacional que empezó sus andaduras en las calles para después dar el gran salto a los museos y la fama.
Aunque muchos artistas urbanos consideran que es maravilloso que algunos de ellos puedan acabar viviendo del arte, lo cierto es que en el entorno hay otros muchos que ven la comercialización del arte urbano como una intrusión del capitalismo dominante que busca acabar con esta forma de expresión tan distintivamente anticapitalista. Así, la adopción de la estética del graffiti en numerosas marcas de ropa, logotipos corporativos, publicidad, etc... es vista muchas veces con aversión, como un intento patético de utilizar el lenguaje del arte urbano para vendérselo a sus propios creadores. Además, el arte urbano consiste muchas veces en jugársela pintando en lugares imposibles o arriesgándose a ser multado e incluso detenido; es por eso que en el propio entorno se ve la comercialización del arte urbano como una pérdida de originalidad, quedando el autor a veces desprestigiado.


CONCLUSIÓN

El tiempo dirá si el fenómeno del arte callejero acaba siendo considerado tan artístico como el que más o simplemente queda relegado a ser otra pseudorevolución enmarcada en el seno de las todopoderosas urbes del mundo, como tantos otros fenómenos.
Lo que ya ha quedado claro es que éste es un movimiento expresivo sin precedentes que gustará a unos y molestará a otros, pero que ha logrado llevar la imaginación y la creatividad hasta límites insospechados en los contextos en los que se enmarca. El arte ha salido a la calle y está aquí para quedarse, ha reclamado el espacio urbano como suyo, para bien o para mal, transformando la vida de los ciudadanos que tienen ocasión de contemplarlo a diario en las calles.

FUENTES
  • Exit through the gift shop (Película-documental del arte urbano de Banksy. 2010)
  • Bomb It (Documental de arte urbano dirigido por Jon Reiss. 2007)
  • Urbanario.es (Blog/Enciclopedia del arte urbano escrito por Javier Abarca)
  • Wikipedia
  • Trespass: Historia del arte urbano no oficial. Carlo McCormick, Marc & Sara Schiller, Ethel Seno. Editorial Taschen.

Grandes problemas y aportaciones de la ciudad de Madrid


La capital de nuestro país es una gran urbe que puede aportar muchas cosas a sus ciudadanos y a la gente que la visite, pero como toda gran ciudad también esconde una serie de problemas derivados de la concentración de población que restan calidad de vida a sus ciudadanos.


Problemas

Empezando por los problemas que plantea la vida en Madrid, que no son pocos, hay que fijarse en que es, junto con Barcelona, la mayor concentración de personas en un lugar determinado dentro de nuestro país. Este hecho genera inevitablemente una serie de deficiencias en la calidad de vida que los poderes públicos tienen la obligación de subsanar, así como los ciudadanos la tienen de cooperar para su solución.

Uno de los principales problemas que pueden achacarse a la ciudad de Madrid es la del tráfico y, como consecuencia directa, la contaminación de su aire. La ciudad de Madrid tiene un parque de vehículos que supera los 2 millones de vehículos. Con todos esos coches, motos, autobuses, furgonetas, y demás vehículos de automoción dando vueltas por la ciudad es comprensible que la calidad del aire no sea demasiado buena.
A pesar de sus numerosas zonas verdes y los intentos de las autoridades de mejorar la situación, recientemente Madrid ha registrado niveles medios de 26 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico de aire en la ciudad, superando el límite de 20 microgramos que recomienda la OMS. De hecho, este problema es totalmente observable por cualquiera que resida en la ciudad, si miramos el horizonte de Madrid desde un sitio alto podremos apreciar la campana de humo y suciedad que existe encima nuestro. Además, frecuentemente vemos en los informativos los avisos de las autoridades acerca del problema de la contaminación, recomendándonos que no hagamos ejercicio intenso al aire libre en esos días, sobre todo en épocas de escasez de lluvias.
El problema de la contaminación en nuestra ciudad nos afecta a todos, provocando numerosas complicaciones respiratorias y demás enfermedades entre la población, siendo uno de los más graves que pueden encontrarse en las grandes ciudades. Para solucionar una cuestión tan grave como esta sería necesario que tanto gobiernos como ciudadanos desarrollaran una serie de iniciativas como el fomento del transporte público o de transportes alternativos como la bicicleta, multas más severas para los vehículos con un motor en mal estado que producen más gases tóxicos, conservación y ampliación de las zonas verdes existentes, así como la concienciación de los ciudadanos acerca del problema.

La contaminación atmosférica no es el único tipo de contaminación que sufre Madrid, pues también cuenta con elevados índices de contaminación acústica, que aunque pueda haber quien le quite importancia, es un problema igual de importante que el de la contaminación atmosférica. Este también es un problema muy relacionado con el tráfico, que no solo contamina el aire sino que también es una importante fuente de ruido aunque no la única, las obras o el ocio nocturno también son grandes fuentes de contaminación acústica.
Se considera que un nivel adecuado de contaminación acústica que permita la comunicación y el bienestar auditivo tiene que estar en torno a los 55 decibelios. En Madrid, sin embargo, existen zonas en las que se alcanzan hasta los 71 decibelios, un nivel muy por encima de lo adecuado que puede derivar en problemas para descansar, problemas de salud auditiva o incluso de salud mental.
El ayuntamiento de Madrid lleva años intentando poner remedio a estos problemas acústicos; las obras que han llevado la M-30 por debajo del suelo han mejorado la calidad de vida de los vecinos que sufrían el tráfico a diario enfrente de sus viviendas, no obstante, aún queda mucho por hacer en muchas zonas de la ciudad que aún sufren elevados niveles de ruido.
Una medida que ayudaría mucho a subsanar el problema de la contaminación, tanto auditiva como ambiental sería fomentar el uso de coches eléctricos, pues no emiten gases contaminantes y hacen mucho menos ruido al circular por la ciudad. La implantación de pavimentos absorbentes del ruido que reducen mucho el sonido que hacen los vehículos al circular a grandes velocidades por ellos es una medida que acabaría con gran parte de la contaminación acústica, pero tiene el inconveniente de ser una iniciativa muy cara que pocos ayuntamientos están dispuestos a acometer.

El tráfico, una de las mayores causas de la contaminación, es consecuencia directa de otro gran problema de Madrid; la masificación de la ciudad. Con más de 3 millones de habitantes, Madrid es la mayor ciudad de España y la concentración de tanta gente en tan poco espacio se nota en la vida diaria. Transportes públicos saturados en hora punta, atascos, zonas centro por donde hay tanta gente que es difícil transitar o bares y comercios que no dan a basto son algunas de las consecuencias de esta masificación. Desgraciadamente este es un problema que tiene difícil solución pues en la propia definición de ciudad se entiende que está constituida por gran cantidad de personas.

De esta gran concentración de personas se deriva otro problema importante; la proliferación de la publicidad y el consumismo. La ciudad constituye en sí misma un público masivo que las empresas pueden llegar a acosar sobremanera con la publicidad, buscando la explotación del consumo potencial que existe en él.
En principio no tiene por que significar algo malo, pues los individuos pueden desear informarse acerca de los bienes y servicios que se les ofrecen para satisfacer sus necesidades, pero en la actualidad la publicidad puede llegar a ser tan invasiva que puede generar rechazo en la sociedad. Los gobiernos deberían mediar para que las funciones de la publicidad se pudiesen llevar a cabo de una manera legítima y respetuosa con los ciudadanos.

Relacionado con el problema anterior cabe mencionar además que Madrid es una ciudad muy cara para vivir. La cantidad de gente que satura los comercios, así como los turistas, hace que en determinadas zonas los precios se disparen hasta resultar abusivos. Esto, unido a que los gastos se multiplican respecto a la vida en un pueblo o ciudad pequeña, hace que no todo el mundo pueda permitirse la vida en una ciudad como Madrid. Esto está directamente relacionado con la enorme población que tiene la ciudad y los gastos que son necesarios para que tantas personas convivan en ella, y por lo tanto tiene una solución poco definible.

Por otra parte, la cantidad de gente diferente y no siempre con buenas intenciones que puede convivir en una ciudad, junto al anonimato que permite su masificación y la degradación de algunos barrios pobres, puede hacer surgir una serie de comportamientos desviados y delictivos que acaben atentando contra la seguridad ciudadana y el transcurso del bienestar cotidiano.
La solución tradicional ha sido siempre aumentar la autoridad y el control sobre la ciudadanía; aunque está más que demostrado que eso sólo es una forma de tapar agujeros en la sociedad, sin atacar a la raíz del problema. Por eso, los gobiernos tienen la obligación de atacar dicho problema desde su raíz, proporcionando una educación de calidad, así como un entorno adecuado y benévolo para el desarrollo de la persona; tarea que incluye en gran medida la solución de todos los problemas expuestos hasta ahora al fin y al cabo.


Aportaciones

Pero no todo son cosas negativas en la vida de una gran ciudad. Residir en un lugar tan lleno de gente y de vida puede tener también muchos aportes positivos a la vida de un individuo. De hecho, las cosas que puede uno encontrar en una ciudad (tanto para bien como para mal) muchas veces no pueden encontrarse en otro sitio.

Para empezar, una ciudad tan grande como Madrid, en su calidad de capital además, constituye un espacio multicultural donde convive gente de muy diferente condición. La cantidad de experiencias que pueden vivirse en la ciudad, los distintos tipos de gente que se pueden conocer en ella o el mestizaje entre culturas son grandes bazas a judgar a la hora de elegir una ciudad como sitio donde vivir.
Generalmente puede lograrse una mentalidad mucho más abierta en una ciudad que en un pueblo, sobre todo en grandes ciudades que aglutinen a muy diversos tipos de gentes.

Hablando de cultura también hay que mencionar la excelente variedad y oferta cultural de Madrid. Nuestra ciudad cuenta con una importante red de museos, contando con algunas de las mejores pinacotecas del mundo (como el Museo del Prado) por lo que su oferta cultural y artística es dificil de igualar; no hay más que darse una vuelta por el paseo del Prado para comprobarlo.
Para complementar esta oferta cultural en Madrid existe una enorme oferta de ocio de todo tipo, capaz de satisfacer los gustos de prácticamente cualquier ciudadano.
Desde espectáculos a conferencias, desde cine a competiciones deportivas, pasando por el inevitable ocio nocturno y la cultura de bares y discotecas; todo tipo de actividades que hacen del aburrimiento algo inalcanzable en la ciudad.

Por último, merece destacarse la gran cantidad de parques y zonas verdes que tiene la ciudad de Madrid. A pesar de las revindicaciones de ciertos colectivos que demandan más zonas verdes en la ciudad, lo cierto es que a comparación de otras grandes ciudades de España como Barcelona, nuestra ciudad tiene una excelente red de parques y zonas donde pasear o hacer deporte al aire libre.
La Casa de Campo, el Retiro o el Parque del Oeste son solo ejemplos de la extensión de la red de parques de Madrid. La reciente inaguración de la zona de Madrid Río es una muestra más de buenas acciones que los gobiernos pueden realizar para mejorar la calidad de vida en esta ciudad, en este caso construyendo un gran parque en los terrenos que antes ocupaba la M-30.